Una noche del año de 1990 al ir a buscarme mi padre a la secundaria, me sorprendió con una noticia, diciéndome que en el terreno de unos amigos de la familia, el agua de la bahía al ir erosionando la costa había puesto al descubierto varios entierros humanos, aparentemente de los mayas.

Relato y fotografías de Rubén Hernández Contreras

A los pocos días fuimos al lugar recorriendo en su camioneta de don Francisco Alfaro y otros familiares un sendero de aproximadamente dos kilómetros, que iba costeando desde donde actualmente se encuentra la UQROO, hasta llegar al sitio donde estaban los cuerpos. Pudimos observar grandes bloques de tierra petrificada que habían caído al agua y en ellos se encontraban perfectamente colocados en forma fetal los cuerpos los cuales tenían sus cabezas deformadas y algunos presentaban pigmentación roja (cinabrio) y verde, la mayoría sin ofrendas.  En el lugar se podían ver muchos restos de cuerpos que con anterioridad habían caído al agua, pedazos de cráneos, vértebras, dientes, huesos largos y restos de cerámica.

Don Francisco no quedo conforme con el argumento de que los restos eran prehispánicos y acudió a la PGJ a dar aviso ya que pensaba que podían ser resultado de un asesinato reciente, al acudir los judiciales enseguida se dieron cuenta que los restos eran muy antiguos y dieron parte al INAH.

El personal del INAH, a cargo del entonces delegado Arqueólogo Fernando Cortés, dirigió un rescate de cuatro cuerpos los que se encontraban en mejor estado y por falta de recursos por parte del INAH, el sitio quedo en el olvido, no obstante los siguientes años siguieron apareciendo esqueletos, los cuales fueron desintegrados por las aguas de la bahía. La ultima vez que vi restos humanos en el terreno fue en el año de 2007,  Cabe hacer mención que durante todos esos años que visite el lugar habré visto unas 50 osamentas.